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Marco V. García Quintela

Arqueología de una religión discreta: por una antropología de la religión en la Edad del Hierro gala


La semana Marco V. García Quintela interviene con la charla de investigación dentro del ciclo del Incipit:

Lugar: Salón de Actos del IIAG (Edificio CSIC, Avda. Vigo s/n)

Fecha: 20 de noviembre

Hora: 12:00-14:00

Título: Arqueología de una religión discreta: por una antropología de la religión en la Edad del Hierro galaica

Resumen:

Es difícil reconocer qué testimonios son la huella inequívoca de la acción religiosa en la Edad del Hierro galaica. Es cierto que existen diversas propuestas, pero la seguridad falta. También es preciso partir de la observación de R. Bradley (2005), según la cual pretender establecer delimitaciones claras entre lo que es religioso y lo que es utilitario es, en muchas ocasiones, ficticio y está sesgado por opciones culturales modernas. Con todo, existe una creciente literatura sobre la arqueología del ritual con resultados importantes en diversos escenarios y merece atención. Sin embargo, las entidades materiales usualmente consideradas en esos trabajos no aparecen en Gallaecia. Por otra parte, cuando los galaicos entran en contacto con Roma se produce una situación de interfaz cultural en la que, en orden disperso, aparecen huellas inequívocas de una vida religiosa que hunde sus raíces en el pasado, básicamente los nombres de los dioses y textos rituales con indicaciones relativas al sacrificio. Es decir, esa vida religiosa estaba ahí, pero hasta que se expresa a la romana no sabemos percibirla. A partir de estas consideraciones se propone usar el método del judoca: usar la fuerza del adversario para vencerle. Traducido a nuestro problema esto quiere decir que debemos ser capaces de sistematizar los aspectos desconocidos de la religión galaica de la Edad del Hierro en la evidencia positiva de una concepción coherente de la vida religiosa. La idea principal es reconocer el carácter divino de los componentes de la naturaleza (agua, fuego, tierra y aire) que, por ello, no deben alterarse sin cometer una especie de sacrilegio (paralelos iranios y celtas corroboran que esto puede ser una concepción indo-europea). De esto deriva que las prácticas que implican una materialización de la religión se deben llevar a cabo de tal forma que alteren lo menos posible el orden natural:

1) No tenemos registro funerario.

2) El sacrificio se hace sin altares, y los bronces sacrificiales están destinados a un uso restringido, oculto.

3) No se elevan edificios destinados al culto de forma específica (arquitectura ambigua, espacios cerrados de las croas).

4) Los monumentos más poderosos y trabajados, las pedras formosas, destinadas a edificios hipogeos y visibilidad reducida o sólo con luz artificial.

La exhibición de monumentalidad en los espacios humanos, los castros, es el contrapunto de lo anterior. Se señala el lugar de los hombres vivos porque todo lo demás es de los dioses. Eventualmente en los castros hay espacios para los dioses que no se construyen. Correlativamente, la monumentalidad y exhibicionismo de los guerreiros galaicos indicaría, si esta propuesta es correcta, su naturaleza humana/heroica, pero no divina.

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